Slaughterhouse 3

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27/2/07

Las sensaciones que experimentamos por vez primera nos resultan extrañas por el hecho mismo de su novedad. Algunos reaccionamos con escepticismo frente a ellas; éstos, los más conservadores. Otros abrimos los sentidos para intentar captar toda su esencia; los más positivos. Los primeros siempre serán los menos receptivos a experiencias novedosas debido a que acostumbrarse a la novedad no es algo fácil, muchas veces puede incluso requerir años de aprendizaje, y eso a quien de carácter es más bien proteccionista siempre le va a resultar más difícil. Porque disfrutar también implica comprender, asimilar y profundizar en esas sensaciones; no es un acto meramente espiritual, más bien es mental, requiere un proceso reflexivo basado en la experiencia. Lamentablemente, aquellos que se quedan con la primera impresión de los impulsos novedosos, inexorablemente le van a ser restringidas las sensaciones que más riqueza nos aportan.

Me explico: podemos encontrar distintas clases de sensaciones, unas más simples, más fáciles de comprender, más usuales y también más genéricas, como pueden ser: la tristeza, la alegría, el enfado, la rabia o la indignación, las cuales podemos identificar rápidamente aunque puede que no sepamos exactamente de donde provienen. Por otro lado, experimentamos sensaciones más sutiles, complicadas de definir, quizá lejos de alcanzar, que son aquellas provocadas por composiciones complejas, motivo por el cual muchos las rechazan, sin imaginarse lo que detrás de ellas se esconde, sin tan siquiera intentar escarbar un poco para ver que hay más dentro, en sus entrañas.

Así sucede a muchos con el Jazz (en mayúscula, sí). Vas un día y te pones un disco de Miles Davis -por ser el más de lo más, el que todo el mundo conoce y adora, al que no hay quien valor tenga de despreciar-, sin ser consciente de lo que realmente estás haciendo. Termina el disco -eso si llegas al final- y piensas: bueno, no es para tanto; pasa algo por tus oídos, pero más bien de largo. Sabes que éso tiene que ser bueno, porque te lo dijeron, quizá porque intuyes algo, aunque no eres capaz de identificar nada concreto. Y ésta es una sensación que muchos no están dispuestos a afrontar, que muchos rechazan, por no comprender que para disfrutar de ella hay que recorrer un camino. Un camino, lo más bonito del cual es que no tiene fin.

Como el niño que aprende a hablar, a escribir y así va adquiriendo más conocimientos, el jazz, como tantos placeres que tenemos al alcance, no es sino otro aprendizaje más, durante el cual las sensaciones van enriqueciéndose progresivamente; así, nuestro primer disco de jazz va a resultar extraño, va a parecernos un conglomerado de sonidos a destiempo y sin un destino definido, pero a medida que nos sumerjamos en el universo de las notas, las variaciones, los instrumentos, la armonía de la música nos será desvelada poco a poco, y su esencia se mostrará ante nosotros como la luz que algún día intuimos y que por fin nos deslumbra.

"Una vez fui raptado y violado por el jazz,
un trauma del que nunca me voy a guarecer"

Mundo caníbal

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18/2/07

Uno que sabe dijo un día que preocuparse en lo que los demás dicen de ti es pensar continuamente en ti. Eso que puede resultar tan obvio a primer golpe de vista, tiene una trascendencia mayor si nos fijamos bien; en primer lugar, podría parecer que quien tan preocupado está por lo que de él se habla es alguien débil y sin estima propia, por eso tiene que refugiarse en las opiniones del resto para justificarse, o para caer en un pozo de depresión si estas no le satisfacen. Sin embargo, en segundo lugar, el hecho de depender de las opiniones de los demás puede ser al mismo tiempo, aunque no complementariamente, síntoma de poseer un ego desbordante. ¿No es cierto que aquellos que tanta energía retienen para si mismos, mucha deben de recibir?

Independientemente del tipo de persona que seamos, si nos importa o no lo que los demás piensen de nosotros, así como si somos frágiles o por contra poseemos un gran ego que nos proporciona seguridad, que duda cabe que los demás nos ven de un modo determinado; hay un conjunto de sensaciones que captamos cuando entramos en contacto con las personas de nuestro alrededor (el trato que recibimos, la atención, la credibilidad, el tono, el cariño, la dependencia,...) que ayudan a construir nuestra personalidad social, e intrínsecamente forma nuestra propia personalidad, aunque es un proceso recíproco.

En cuanto a los demás, podríamos distinguir entre los cercanos, los conocidos y los extraños. Usando la misma categorización, nos podríamos atrever a considerar a la opinión de los primeros como la de más importancia -independientemente de la importancia que nosotros le demos-, para lo que podríamos llamar nuestro EGO SOCIAL, y así sucesivamente hasta la opinión de los extraños, que en principio es la que menos influencia tiene para nosotros (aunque puede que en algunas personas, como los políticos, sea de vital importancia, incluso si a ellos mismos no les importa en absoluto). De ese modo, y a través del contacto con las personas, que invariablemente nos transmiten sus percepciones sobre nosotros, en un acto que constituye la base esencial para la formación de las redes sociales, vamos modificando nuestro propio Ego, así como el Ego social, que no es si no aquél que de todas las influencias humanas externas adquirimos. Así pues, bajo mi punto de vista estos dos términos estarían relacionados, en cuanto alguien de quien nadie tiene una opinión positiva, y que constantemente recibe estímulos negativos de su entorno, difícilmente va a ser una persona egocéntrica, ya que el ego de éste no podría sostenerse bajo ninguna opinión para crecer lo suficientemente como para considerarse alguien egocéntrico. Por otro lado, la misma imposibilidad de mantener un cierto aprecio por uno mismo (base sobre la que se mantiene el ego) genera un tipo de carácter más bien pesimista y fatalista: "si nadie dice bien sobre él, no hay bien que él pueda hacer".

Así caemos, en la sociedad en la que vivimos, en la voluntad de los demás, y por eso la relación que con nuestro entorno mantenemos influye de tal manera en nosotros mismos. Aquellos que son egocéntricos lo son porque se le es permitido. Sin embargo, puede que aquello que hace expresar nuestros sentimientos respecto a alguien provenga de prejuicios, como podrían ser los que generan el estatus social, determinado enormemente por lo llena que lleves o no la cartera. Alabamos o maltratamos a alguien dependiendo del dinero, los amigos, las influencias o el lugar donde viva, despreciando al individuo por lo que realmente es. Fingiendo de ese modo, conseguimos movernos por intereses, no por sentimientos, creando redes sociales ficticias, que se destruyen tan pronto esas personas pierden su estatus, o nosotros perdemos el nuestro. Entonces el ego se desvanece y dejamos de considerarnos importantes.

Es por todo ello que la trascendencia que otorgamos a lo que de nosotros se habla, no debe de ser más que la trascendencia que nosotros podemos atribuir a lo que de esas personas hablamos. Porque de otro modo, las apariencias solo sirven a nuestra vanidad, mientras que los sentimientos de aquellos que nos valoran por lo que somos, no por como nos vestimos, son los que nos proporcionan el ego necesario para superar la derrota, si un día perdemos todo lo demás.

Resbalones

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14/2/07

Hoy es un día soleado en el caos y todo parece volverse menos ataviado de estrés; los trillones de fotones que irradian la habitación constantemente, en un día más bien estrenado tarde, parece que me inviten a tomar unos zumos de fruta solar revitalizadora. A pesar de ello, el cambio de luz, que en términos binarios ha sido como pasar de cero a uno, rechaza por unos instantes la iniciativa de subir la persiana y me empujan a tirarme de nuevo en la cama, con la esperanza de quemar un poco más los restos de la noche anterior. Sin embargo, reúno las fuerzas suficientes y me levanto, recuperando la conciencia de mi existencia fuera de relatos oníricos, sumergiéndome en un gratificante chorro de partículas adecuadamente excitadas que me proporciona la ducha. Todo parece tomar cierto sentido cuando, al intentar aplicarme un poco de la sustancia dermo-purificadora, también conocida como jabón o gel de baño, lo más que consigo es unas pocas burbujas que se esparcen por mi mano, desapareciendo al mismo ritmo que intento, convulsivamente, extraer algún residuo aceptable. Sin resultado apreciable. Entonces, cuando después de frotar mis manos –con los restos que de las burbujas y el aire queda- con mi cuerpo, observando como el proceso no conlleva ningún resultado plausible, me entra un cabreo de esos que te hacen salir granos en la cara.

La importancia de disponer de todo lo necesario en un hogar va más allá del simple hecho de ser prevenido. En el caso referido, constituye además parte esencial de considerarse asimismo higiénico y además, muy importante, logísticamente competente. ¡Y yo no voy a pasarme el jabón de manos por los huevos! Como algunos hicieron…que para eso se le llama jabón de manos: m-a-n-o-s. Porque si levantarse, hacer el enorme esfuerzo de levantarse, abrir la persiana y dejarte inundar por toda esa cascada de energía solar, meterte debajo la ducha, disfrutar del agua caliente mientras tus sentidos van acostumbrándose al nuevo entorno, y luego que TÚ jabón, qué TÚ has comprado, que TÚ has previsto que esté ahí, y que OTROS se han fulminado, dejándote a TI las burbujitas de aire (poca menos decencia es aún dejarlo vacío y no tirarlo a su correspondiente cubo de reciclaje); si eso a TI no te cabrea, si de verdad no te pasarían por la cabeza escenas violentas con tus compañeros de piso como protagonistas, es porque TÚ eres el típico cabrón o la típica zorra que utilizaría MÍ jabón durante un mes, y que, no solo ni tan siquiera compraría otro cuando se fuera a acabar, sino que tendrías los santos cojones de terminártelo y dejarme las jodidas burbujas con las que hoy, un hermoso miércoles soleado, he debido conformarme para frotarme los huevos.

El sol ya se oculta detrás de los edificios; la silueta de la ciudad se vuelve a hacer visible y el caos empieza a reinar de nuevo. Aunque: ¿quien pretende orden en un mundo donde ni el jabón tiene el respeto que se merece?

Ahora que la noche empieza a ganar la batalla, mi día empieza a esclarecerse: puede que comprar un jabón de dos litros ayudara en ello.

¿A ver quien tiene huevos de dejarme las burbujitas esta vez?

Blow

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13/2/07

“El sueño de la razón produce monstruos”
(Francisco de Goya)


Cuando uno llega a pensar que la existencia es solo cuestión de azar, que nada tiene el más remoto sentido más allá de la simple conjugación de hechos que permitieron, en un espacio y tiempo exacto e improbable, la capacidad de la duda para la existencia humana, la vida acontece para él como una sucesión de experiencias y tareas inconexas, fruto de la inexistencia de un destino. Atesorar esos pensamientos, confusos pero a la vez tan ciertos a ojos de quien los padece, no es más que otro de los síntomas de una sociedad sin rumbo, o una nueva prueba de que aquellos valores por los que tantos perecieron, en nombre de los cuales masas enteras se lanzaron al abismo, nos han dejado de ser útiles. Por muy desgraciados que nos sintamos al no poder resolver nuestras incógnitas, no debemos permitir que nuestra debilidad recaiga frente la voluntad del grupo, por que de ese modo muchos adoptaron religiones, en el nombre de las cuales mataron y dejaron morir. Unos se hicieron cristianos, judíos, musulmanes o hinduistas, otros tantos asesinaron en nombre de la ciencia. Ahora que todo perece en el mundo de los sinsentidos, donde el cinismo impera y la inmoralidad se expande, solo la voluntad de los más fuertes, aquellos capaces de emanar de su propio manantial toda la fuerza necesaria, solo su voluntad, solo su persistencia, permitirán alcanzar la paz eterna. Olvidémonos de aquello que nos hizo daño, pero no por ello sucumbamos al kaos.

Si la construcción del futuro significa dejar atrás cualquier atadura y tirarnos de cabeza al desenfreno de la voluntad de la nada, que nada consume y nada enriquece, pero que todo oscurece, no hay palabras que aquí sirvan, pero si creemos que nuestra propia satisfacción debe ser así, para todos los demás, mejor dejemos de gritar que NO tan fuerte, de RECHAZAR todo lo que se ofrece, y empecemos a PROPONER lo que de verdad algo contiene, DEFENDER lo que nos identifica, todo aquello que con la voluntad de la razón va a llevarnos hacia un lugar llamado DESTINO.


“El mundo de los sueños pertenece a la razón”

bichos de alcoba

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9/2/07

Se me aceleró el corazón pensando que me iban a dar treinta euros por mandar un correo a un programa de radio. El tema en cuestión es que siempre le regalan, al dueño de uno de los mensajes que reciben cada día durante el programa, un cheque por valor de treinta euros para gastártelo en un centro comercial, nada especial, ya sé. Nunca envié uno; hoy lo hice por primera vez y creí de veras que me lo iban a dar a mí! Nada especial, ya sé; nada especial más el reconocimiento de que el tuyo es el mejor, que no es poco cuando de un ego a mantener se trata. Y algunos pensaréis:¡Qué iluso!, aunque la razón de mi nerviosismo, y de la firme seguridad de que iban a decir mi nombre en el momento que leyeron el veredicto, era el motivo mismo de mi correo: el asunto que trataba era una noticia que publicaron uno de estos días en el periódico local de mi ciudad, y que llegó a mis manos ayer. El asunto es la detención, por parte de la policía, de un (ex)funcionario del ayuntamiento de un pueblo vecino, acusado de entrar en casa de algunas de sus compañeras de trabajo en su ausencia, vestirse con sus pijamas y su ropa interior, recrearse un poco (no especifica en qué sentido), y acabar masturbándose allí mismo. Me pareció genial. Es una historia con un filón inagotable. Lo cierto que ayer, cuando recayó en mis manos tal regalo, perteneciente a esa clase de sucesos que a uno le encantaría leer más a menudo en el periódico, por aquello de que la realidad supera a la ficción, y también por las risas que uno va soltando a medida que va descubriendo e imaginando más rasgos y detalles de tan inusual historia, éramos un grupo de amigos que lo comentábamos y desenlazábamos un sinfín de puntos muertos, escenas y resultados. La imaginación al poder; se nos ocurrieron situaciones y sacamos conclusiones para escribir un libro, propuesta que sin duda yo, no voy a tomar por descabellada.

El tema se pone más emocionante con el hecho de que el funcionario en cuestión estaba casado, además de vivir en un pueblo, donde como en todos los pueblos, todos conocen a todos, o todos conocen a alguien que conoce (figura derivativa que invariablemente conlleva siempre a una exageración de cualquier suceso que en el susodicho pueblo acontezca, con lo que siempre algo que fue uno acaba siendo seiscientos sesenta y seis). La pregunta básica a tales emocionantes detalles que todo ser considerado como normal se hace es primero el porque de lo que hacía, o el porque de lo que practicaba, o el porque de lo que, más el adjetivo que le queramos poner a ‘eso’. Cabe decir, sin embargo, que la pregunta se la hace una sociedad que por otro lado está de por si desquiciada, es decir: en la que todo ser al que aún no le han sido descubiertas sus enfermedades (pensemos que el sujeto fetichista fue considerado parte del montón de la normalidad más aburrida y absoluta a la que todos pertenecemos) se le considera ‘persona normal’ a todos sus efectos por el simple hecho de padecer el desquicio común, aceptado. Otra pregunta que a uno le viene a la cabeza (después de esta puntualización que me sentí obligado a hacer), ésta ya más morbosa, es la de como estará la mujer del hombre. Y ahí tocamos tema complicado… Esa si que es buena. Solo pensarlo me dan ganas de echarme en la cama y ocultarme detrás de la almohada; como cuando nos recorre esa sensación entre la vergüenza, el cinismo y la burla pura y dura. Vamos que yo creo, después del espanto inicial y superado el temor a ser cruel, que a la mujer le debe dar miedo incluso salir de su casa; la vergüenza que debe pasar, y las risitas ocultas de la gente al cruzársela por la calle, o de la vecina enemiga que todos tenemos en nuestra falsa comunidad, o las risitas descaradas, señalando con el dedo a lo inquisidor de los niños que la reconocen…vergüenza. Vergüenza es lo que debe sentir. Por no hablar de lo que tardará en superarlo; cada vez que se ponga las bragas, es decir, cada día, va a pensar en el desquicio de su marido. O incluso puede que se vuelva una sucia: en vez de cambiarse las bragas cada día,...ya sabéis, por lo de imaginarse a su marido con las bragas de la Pepa (nombre ficticio, que no cunda el pánico), ahí, mirándose al espejo y diciéndose qué guapa soy…¡Joder! O lo típico de este tipo de situaciones: atando cabos. Aquello pringoso que una vez encontró su madre en el álbum de fotos de…no no no no. Me estoy pasando ya. Ya le basta a la pobre con saber que a su marido le ponen, no las demás mujeres, sino ponerse la ropa de las demás. Si también se ponía la suya eso no se comenta en el periódico, aunque me imagino qué, a parte de notar algo sospechoso las víctimas por las viscosas manchas en las fotos de la boda, también se darían cuenta que las bragas les estaban grandes de golpe…sin duda que la optimista y poco escéptica que aún no sabe que también fue partícipe de tal mundo fantasioso, sigue pensando que milagrosamente adelgazó, o que su crío es un gamberro y le desordena los cajones. Esa si va a tardar en atar cabos…

Cuanto que podría hablar de él. Y tanto pensarlo que incluso le cogí cariño. Por que no lo neguemos: a parte de caerse de la silla la buena mujer, que hábil y suspicaz, como buena esposa en lo que referente a su alcoba acontece, compró una videocámara de vigilancia y desenmascaró toda la trama que el tranquilo alguacil se había montado para su satisfacción sexual, a parte del susto inicial y el mini-trauma-post-maníaco-sexual, el hecho tampoco conlleva ningún acto violento (físico), y tal y como está el mundo, ¡Qué coño! Unas pajillas pensando en ti tampoco está tan mal, incluso pueden hacerte subir el ego, ¿no? Puede que incluso surgieran ya envidias en la oficina consistorial para con las que fueron objeto por parte de las que no lo fueron…En fin, que lo peor de todo (para él) o lo mejor (para la parte del mundo que no tenemos la suerte de chupar del funcionarado), es que ése hombre no mucho más anormal que la mayoría, consiguió, como un amigo mío dijo entre risotada y carcajada, algo que muy pocas personas alcanzaron: que le echaran de la función pública.

M'O Roots!

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2/2/07

How cool is that baby! Va deixar anar Michael Abene després d’adonar-se de la presència d’un nen de ni tan sols un calendari d’edat. Evidentment la criatura no anava sola; restava recolzada als braços protectors de la seva mare i de la melodia que com si de les sirenes es tractés, sonava virtuós procedent d’una banda d’unes vint figures, imnotitzant als privilegiats que van embarcar-se en aquell viatge de destí incert. Aquelles figures, no siluetes reflectides davant la llum, sino centres amb llum pròpia, capaços d’il·luminar i guiar a qualsevol embarcació que desvariés sense rumb a quilòmetres de distància, només necessitàven d’una nota inicial per emportar-se les ànimes que els envoltàven. L’elogi d’allò inexplicable, en diria, o l’excepció de la virtud.

Inspirats per la música que ahir va omplir tots els racons d’aquell vaixell durant més de dues hores i mitja. Si! Gairebé tres hores de qualitat musical d’ordre superior, referències místiques a l’amic Brown, que més que anar-se’n, semblava que hi fos més que mai, o de tambalejos propis de l’altre peça, un que sabia quan una noia valia la pena fregant-li el canell, un tal Ray Charles que va semblar ressucitar al Palau de la Música, tots els privilegiats que ahir vam pagar el que podia semblar una bajanada ens en vam anar pensant que haviem pres el pèl als que ens van vendre les entrades, que si alguna cosa com allò s’hagués conegut a priori, difícilment ens hauriem pogut permetre de pagar-les! Però precisament això de bo té la música, que tot i ser matemàtica no és ciència exacte, i per què allò d’ahir passi de nou t’has de conjurar als astres, a Zeus Al·là i els Déus Pigmeus. Jo només puc dir: gràcies Maceo per ser prou intel·ligent per lligar-te a tants fars que alguns veurien ombres possibles, però les llums dels quals tu saps fer que passin a formar-ne una de molt, molt lluminosa.

Aquell nadó no va dir res durant més de dues hores i mitja. I no va dir res perquè no podia parlar, que si hagués pogut expressar el que sentia s’hagués posat a plorar d’alegria, de felicitat per tenir una mare com la seva que, en comptes de deixar-lo a casa amb la cangur adolescent-bisbal-adicta, se’l va endur a gaudir del què per mi i per molts va ser un dels millors concerts que recordem. “Quina sort! -devia pensar-, d’aquesta no me n’oblido…” Tanta pau corria per dins seu, tanta seguretat del lloc on es trobava, tant segur d’entendre-ho tot, tant o més que quan creixia dins el ventre de la seva mare; aquell nadó ahir creixia alhora que un mite ho feia dins meu: el mite d’aquells que tenen la virtud per aplegar-se i parlar-te un idioma que no sap què són les fronteres, un llenguatge que l’únic que fa és entrar dins teu, agafar-te, treure’t a ballar i no deixar-te ja mai més escapar.


Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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