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9/11/05

(Empecé un día a escribir, pero algo me estorbo y no pude seguir, aquello cociéndose deje, mas si no me encargo nadie podrá comer.)

Ya hace tiempo que quería contar lo que pienso con respecto a las mezclas. Las consecuencias que ello conlleva en el carácter de las personas son algo que no se ha tenido en suficiente importancia. Mucha gente desprecia las pequeñas ‘circunstancias’ que suceden por o debido a nuestra condición. Y es que ellas son las que nos ofrecen distintos tipos de clasificar a las personas. De personas y clases de personas hay muchas, casi tantas, o diría: tantas, como personas hay. Aunque podemos pertenecer a una clase concreta y a la vez formar parte de mil otras ‘clases concretas’, eso no evita que esas mismas clases puedan existir en si, y que yo, aquí y ahora, pueda describir uno de esas clasificaciones de tipos de clases de personas, aunque ello, como he dicho, no signifique que esos caracteres que componen esa clase concreta constituyan a Toda la Persona (esta introducción pretende sentar una base de pensamiento libre, sin justificaciones pero sin obligaciones ni totalizaciones; totalizar es arrogante y trajo miseria a lo largo de toda la Totalización, que además debemos soportar).
Mi parcela separadora, de la que quiero hablar, se divide entre la gente que mezcla las cosas y la gente que prefiere no mezclarlas. Es cierto que a pesar que dije que uno puede pertenecer a mil (o más) categorías distintas que categorizan o distinguen a las personas, el genero / subdivisión Mezclas, es bastante amplio. Aunque eso no me impide, bajo mi punto de vista, que pueda llegar a distinciones generales.

(No puedo terminar, primero me tengo que ir, luego me lo vienen a impedir)

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Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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