Al'lahu akbar

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24/11/05

La cultura occidental arrastra una serie de valores y significados respecto a los individuos que se recogen en lo que universalmente se conoce como Derechos Humanos. Termino surgido después de la Segunda Guerra Mundial y cuyo formato se materializa a través de la Carta de Derechos de los Hombres. Los artículos son la consecuencia de un legado histórico y filosófico. Todo el articulado emana esencialmente de la Ilustración y del principio de libertad individual. En base a toda la historia del pensamiento occidental fueron creados, en base a un común acuerdo que incluye toda la filosofía precedente pero a la vez conlleva una aceptación general, es decir, un tipo de contrato social. Es la evolución de todo el pensamiento occidental, con la influencia de los hechos o revisionismos históricos, lo que proporciona la base de que hoy, nuestra sociedad, se fundamente, entre otros pilares, en el respeto por los Derechos Humanos.
Pero que sucede cuando estamos hablando de una sociedad no-occidental? La hegemonia de occidente, escenificada por el poder económico (el capitalismo de mercado), pero que se refleja también por una hegemonía de carácter cultural, pretende, del mismo modo, imponer sus Derechos Humanos. El relativismo cultural es un término que muchos han usado para justificar prácticas a nuestros ojos intolerables, pero del que no podemos prescindir totalmente.
La lucha por la propagación de nuestros Derechos Humanos no debe hacerse desde la imposición. Al contrario, cualquier imposición en el pasado trajo horrendas consecuencias, ya que las culturas que sienten que les estan imponiendo valores que no les son propios, tienden a reforzar y a radicalizar los suyos. Y no negemos que hay prácticas, que por muy arraigadas que culturalmente esten, no deben por eso pasar desapercibidas.
Qué hay que hacer entonces con problemáticas como el rol de la mujer en el Islam? Rol que implica en ciertos países la aplicación de la shari’a o Ley Islámica, y que puede conllevar por ejemplo practicar lapidaciones, ablaciones, etc. Des de luego que no hay, bajo mi punto de vista, permitir ese tipo de prácticas. Pero el modo de eliminar esas prácticas no debe ser atacando al conjunto de la sociedad-religión que las practican, en este caso al Islam, ya que de ese modo se cae en generalizaciones que desde luego no se acercan a la realidad. Se tiende a criminalizar a la religión en su conjunto, lo que provoca más odio hacia occidente por parte de sus practicantes.
Lo que hay que hacer es promover el reformismo, es decir, inducir a que sean los mismos miembros de las distintas culturas los que pretendan cambiar tales prácticas inaceptables. Acaso no se tardaron siglos en alcanzar nuestros Derechos Humanos? No hay duda que nuestra influencia puede ejercer una fuerza positiva, pero sin caer en la tentación, a la que tantas veces hemos sucumbido, de mirar al resto de culturas como inferiores o retrasadas, ya que de ese modo solo lograremos incrementar el sentimiento que existe respecto a que el mundo occidental pretende dominar al resto. Si se promueve el reformismo desde campos como la educación o la presión política internacional hacia las reformas legislativas, se puede avanzar mucho más que invadiendo países o explotando económicamente.
A pesar de todo, muchas preguntas se me abren en la mente: que hay de las prácticas “culturales” inaceptables que se practican en los propios países occidentales? Que hay de la integración de los inmigrantes? Que sucede con las prácticas inaceptables que nosotros practicamos hipócritamente y cerrando los ojos en otros países?
Vamos a reflexionar un poco antes de criticar a tal o cual cultura o religión. Vamos a mirarnos un poco más a nosotros mismos, ya que no somos tan ideales ni tan superiores como creemos ser, y vamos también a aprender cosas buenas de las demás culturas. Qué cosas positivas sabemos nosotros de las demás culturas? Por ejemplo, del Islam? O es que acaso creemos que no tienen nada positivo?

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Juan Ramón Jiménez

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