Recaídas eternas

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18/8/06

Hace tanto tiempo que no escribo nada que me resulta dificil empezar con algo concreto. Es como si mi cerebro haya quedado inerte de aquella parte que con tanto empeño antes destinaba a la reflexión y la profundización de las ideas. En cambio, divagar parece que se ha convertido en el más sencillo de los actos. Es por eso que lo que se sucede no es más que el resultado de la pereza intelectual que uno nunca desearía para otro, aunque algunas veces uno quiere para sí. En lo referente al tiempo invertido en otros asuntos y no en desperdiciar bytes de información gravada en vete tu a saber que servidor de qué recóndito país, la explicación es tan sencilla como estúpida; si en alguna parte he leído que la más profunda tragedia también puede ser la más amarga comedia, para mí la pérdida de mi ordenador, a manos de unos criminales sin corazón – no voy a desperdiciar materia gris maldiciendo a los autores – ha supuesto mucho más que una desgracia económica; ha supuesto el perder el contacto con el hábito de escribir. ¿Por qué? Pues, y ahí reside la parte cómica de todo, porque sin ordenador no soy capaz de escribir. Sin ordenador no tengo capacidad sintética. Todo se queda en meras ideas sin desarrollo posterior. Así que los susodichos autores del crimen material, también lo son de uno mental, ya que con ello se llevaron a mi preciado tesoro y a todo mi desarrollo. Pero que no decaiga el humor, ya que el que vino después (zeugma), fue mucho más intenso del que le precedió, ya que no todas las tragedias lo son tanto ni de todas las comedias nos reímos. Y si de cierto algun enlace neuronal se perdió en este tiempo, más a parte de mi ordenador, los venideros atraeran todo lo que me llevé de la inactividad creadora, ya que supuso, a mi buen entender, actividad conciliadora, receptiva y acumuladora. A éso, y al intento de poner orden a lo que siempre es desorden, ya que las ideas, que siempre son fortuitas, no son buenas si no disponemos de él, es a lo que voy a acometer justo después de este claro ejemplo de lo contrario.
Hasta entonces, pues.

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Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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