bichos de alcoba

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9/2/07

Se me aceleró el corazón pensando que me iban a dar treinta euros por mandar un correo a un programa de radio. El tema en cuestión es que siempre le regalan, al dueño de uno de los mensajes que reciben cada día durante el programa, un cheque por valor de treinta euros para gastártelo en un centro comercial, nada especial, ya sé. Nunca envié uno; hoy lo hice por primera vez y creí de veras que me lo iban a dar a mí! Nada especial, ya sé; nada especial más el reconocimiento de que el tuyo es el mejor, que no es poco cuando de un ego a mantener se trata. Y algunos pensaréis:¡Qué iluso!, aunque la razón de mi nerviosismo, y de la firme seguridad de que iban a decir mi nombre en el momento que leyeron el veredicto, era el motivo mismo de mi correo: el asunto que trataba era una noticia que publicaron uno de estos días en el periódico local de mi ciudad, y que llegó a mis manos ayer. El asunto es la detención, por parte de la policía, de un (ex)funcionario del ayuntamiento de un pueblo vecino, acusado de entrar en casa de algunas de sus compañeras de trabajo en su ausencia, vestirse con sus pijamas y su ropa interior, recrearse un poco (no especifica en qué sentido), y acabar masturbándose allí mismo. Me pareció genial. Es una historia con un filón inagotable. Lo cierto que ayer, cuando recayó en mis manos tal regalo, perteneciente a esa clase de sucesos que a uno le encantaría leer más a menudo en el periódico, por aquello de que la realidad supera a la ficción, y también por las risas que uno va soltando a medida que va descubriendo e imaginando más rasgos y detalles de tan inusual historia, éramos un grupo de amigos que lo comentábamos y desenlazábamos un sinfín de puntos muertos, escenas y resultados. La imaginación al poder; se nos ocurrieron situaciones y sacamos conclusiones para escribir un libro, propuesta que sin duda yo, no voy a tomar por descabellada.

El tema se pone más emocionante con el hecho de que el funcionario en cuestión estaba casado, además de vivir en un pueblo, donde como en todos los pueblos, todos conocen a todos, o todos conocen a alguien que conoce (figura derivativa que invariablemente conlleva siempre a una exageración de cualquier suceso que en el susodicho pueblo acontezca, con lo que siempre algo que fue uno acaba siendo seiscientos sesenta y seis). La pregunta básica a tales emocionantes detalles que todo ser considerado como normal se hace es primero el porque de lo que hacía, o el porque de lo que practicaba, o el porque de lo que, más el adjetivo que le queramos poner a ‘eso’. Cabe decir, sin embargo, que la pregunta se la hace una sociedad que por otro lado está de por si desquiciada, es decir: en la que todo ser al que aún no le han sido descubiertas sus enfermedades (pensemos que el sujeto fetichista fue considerado parte del montón de la normalidad más aburrida y absoluta a la que todos pertenecemos) se le considera ‘persona normal’ a todos sus efectos por el simple hecho de padecer el desquicio común, aceptado. Otra pregunta que a uno le viene a la cabeza (después de esta puntualización que me sentí obligado a hacer), ésta ya más morbosa, es la de como estará la mujer del hombre. Y ahí tocamos tema complicado… Esa si que es buena. Solo pensarlo me dan ganas de echarme en la cama y ocultarme detrás de la almohada; como cuando nos recorre esa sensación entre la vergüenza, el cinismo y la burla pura y dura. Vamos que yo creo, después del espanto inicial y superado el temor a ser cruel, que a la mujer le debe dar miedo incluso salir de su casa; la vergüenza que debe pasar, y las risitas ocultas de la gente al cruzársela por la calle, o de la vecina enemiga que todos tenemos en nuestra falsa comunidad, o las risitas descaradas, señalando con el dedo a lo inquisidor de los niños que la reconocen…vergüenza. Vergüenza es lo que debe sentir. Por no hablar de lo que tardará en superarlo; cada vez que se ponga las bragas, es decir, cada día, va a pensar en el desquicio de su marido. O incluso puede que se vuelva una sucia: en vez de cambiarse las bragas cada día,...ya sabéis, por lo de imaginarse a su marido con las bragas de la Pepa (nombre ficticio, que no cunda el pánico), ahí, mirándose al espejo y diciéndose qué guapa soy…¡Joder! O lo típico de este tipo de situaciones: atando cabos. Aquello pringoso que una vez encontró su madre en el álbum de fotos de…no no no no. Me estoy pasando ya. Ya le basta a la pobre con saber que a su marido le ponen, no las demás mujeres, sino ponerse la ropa de las demás. Si también se ponía la suya eso no se comenta en el periódico, aunque me imagino qué, a parte de notar algo sospechoso las víctimas por las viscosas manchas en las fotos de la boda, también se darían cuenta que las bragas les estaban grandes de golpe…sin duda que la optimista y poco escéptica que aún no sabe que también fue partícipe de tal mundo fantasioso, sigue pensando que milagrosamente adelgazó, o que su crío es un gamberro y le desordena los cajones. Esa si va a tardar en atar cabos…

Cuanto que podría hablar de él. Y tanto pensarlo que incluso le cogí cariño. Por que no lo neguemos: a parte de caerse de la silla la buena mujer, que hábil y suspicaz, como buena esposa en lo que referente a su alcoba acontece, compró una videocámara de vigilancia y desenmascaró toda la trama que el tranquilo alguacil se había montado para su satisfacción sexual, a parte del susto inicial y el mini-trauma-post-maníaco-sexual, el hecho tampoco conlleva ningún acto violento (físico), y tal y como está el mundo, ¡Qué coño! Unas pajillas pensando en ti tampoco está tan mal, incluso pueden hacerte subir el ego, ¿no? Puede que incluso surgieran ya envidias en la oficina consistorial para con las que fueron objeto por parte de las que no lo fueron…En fin, que lo peor de todo (para él) o lo mejor (para la parte del mundo que no tenemos la suerte de chupar del funcionarado), es que ése hombre no mucho más anormal que la mayoría, consiguió, como un amigo mío dijo entre risotada y carcajada, algo que muy pocas personas alcanzaron: que le echaran de la función pública.

1 reacciones:

  1. jajajaja, que buen relato. ojalá los diarios de mi pais estuviesen impregnados un tanto mas de historias de ese tipo, que sin dejar de ser bizarras, lo divierten a uno y le demuestran una y otra vez que cada persona es un mundo. pero no. por ahora, esas noticias no fluyen por estos pagos.
    saludos nuevamente, sisi, ahora pasare fielmente hasta que de repente me olvide de hacerlo.
    nati..

    Anónimo

    3:54


Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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