Resbalones

1c

14/2/07

Hoy es un día soleado en el caos y todo parece volverse menos ataviado de estrés; los trillones de fotones que irradian la habitación constantemente, en un día más bien estrenado tarde, parece que me inviten a tomar unos zumos de fruta solar revitalizadora. A pesar de ello, el cambio de luz, que en términos binarios ha sido como pasar de cero a uno, rechaza por unos instantes la iniciativa de subir la persiana y me empujan a tirarme de nuevo en la cama, con la esperanza de quemar un poco más los restos de la noche anterior. Sin embargo, reúno las fuerzas suficientes y me levanto, recuperando la conciencia de mi existencia fuera de relatos oníricos, sumergiéndome en un gratificante chorro de partículas adecuadamente excitadas que me proporciona la ducha. Todo parece tomar cierto sentido cuando, al intentar aplicarme un poco de la sustancia dermo-purificadora, también conocida como jabón o gel de baño, lo más que consigo es unas pocas burbujas que se esparcen por mi mano, desapareciendo al mismo ritmo que intento, convulsivamente, extraer algún residuo aceptable. Sin resultado apreciable. Entonces, cuando después de frotar mis manos –con los restos que de las burbujas y el aire queda- con mi cuerpo, observando como el proceso no conlleva ningún resultado plausible, me entra un cabreo de esos que te hacen salir granos en la cara.

La importancia de disponer de todo lo necesario en un hogar va más allá del simple hecho de ser prevenido. En el caso referido, constituye además parte esencial de considerarse asimismo higiénico y además, muy importante, logísticamente competente. ¡Y yo no voy a pasarme el jabón de manos por los huevos! Como algunos hicieron…que para eso se le llama jabón de manos: m-a-n-o-s. Porque si levantarse, hacer el enorme esfuerzo de levantarse, abrir la persiana y dejarte inundar por toda esa cascada de energía solar, meterte debajo la ducha, disfrutar del agua caliente mientras tus sentidos van acostumbrándose al nuevo entorno, y luego que TÚ jabón, qué TÚ has comprado, que TÚ has previsto que esté ahí, y que OTROS se han fulminado, dejándote a TI las burbujitas de aire (poca menos decencia es aún dejarlo vacío y no tirarlo a su correspondiente cubo de reciclaje); si eso a TI no te cabrea, si de verdad no te pasarían por la cabeza escenas violentas con tus compañeros de piso como protagonistas, es porque TÚ eres el típico cabrón o la típica zorra que utilizaría MÍ jabón durante un mes, y que, no solo ni tan siquiera compraría otro cuando se fuera a acabar, sino que tendrías los santos cojones de terminártelo y dejarme las jodidas burbujas con las que hoy, un hermoso miércoles soleado, he debido conformarme para frotarme los huevos.

El sol ya se oculta detrás de los edificios; la silueta de la ciudad se vuelve a hacer visible y el caos empieza a reinar de nuevo. Aunque: ¿quien pretende orden en un mundo donde ni el jabón tiene el respeto que se merece?

Ahora que la noche empieza a ganar la batalla, mi día empieza a esclarecerse: puede que comprar un jabón de dos litros ayudara en ello.

¿A ver quien tiene huevos de dejarme las burbujitas esta vez?

1 reacciones:

  1. xDDDDDDDDDDDDDDDDDDD Yo de verdad que no entiendo como no hay niveles elevadísimos de asesinatos entre compañeros de piso... A mí me pasa igual... O por ejemplo, cuando subí a Montserrat compré un bote de miel de 8 €, del que comí 3 cucharadas, y ahora sólo queda medio... O me relajo o reviento... Y no sé que es peor... Te acompaño en el sentimiento por tu bote de gel!
    Por cierto, ahora cada dos por tres veo a posibles "tú" en el metro, aunque todavía ninguno del que haya pensado "¡seguro!". xD



Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

anomalías habituales © 2009