Mundo caníbal

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18/2/07

Uno que sabe dijo un día que preocuparse en lo que los demás dicen de ti es pensar continuamente en ti. Eso que puede resultar tan obvio a primer golpe de vista, tiene una trascendencia mayor si nos fijamos bien; en primer lugar, podría parecer que quien tan preocupado está por lo que de él se habla es alguien débil y sin estima propia, por eso tiene que refugiarse en las opiniones del resto para justificarse, o para caer en un pozo de depresión si estas no le satisfacen. Sin embargo, en segundo lugar, el hecho de depender de las opiniones de los demás puede ser al mismo tiempo, aunque no complementariamente, síntoma de poseer un ego desbordante. ¿No es cierto que aquellos que tanta energía retienen para si mismos, mucha deben de recibir?

Independientemente del tipo de persona que seamos, si nos importa o no lo que los demás piensen de nosotros, así como si somos frágiles o por contra poseemos un gran ego que nos proporciona seguridad, que duda cabe que los demás nos ven de un modo determinado; hay un conjunto de sensaciones que captamos cuando entramos en contacto con las personas de nuestro alrededor (el trato que recibimos, la atención, la credibilidad, el tono, el cariño, la dependencia,...) que ayudan a construir nuestra personalidad social, e intrínsecamente forma nuestra propia personalidad, aunque es un proceso recíproco.

En cuanto a los demás, podríamos distinguir entre los cercanos, los conocidos y los extraños. Usando la misma categorización, nos podríamos atrever a considerar a la opinión de los primeros como la de más importancia -independientemente de la importancia que nosotros le demos-, para lo que podríamos llamar nuestro EGO SOCIAL, y así sucesivamente hasta la opinión de los extraños, que en principio es la que menos influencia tiene para nosotros (aunque puede que en algunas personas, como los políticos, sea de vital importancia, incluso si a ellos mismos no les importa en absoluto). De ese modo, y a través del contacto con las personas, que invariablemente nos transmiten sus percepciones sobre nosotros, en un acto que constituye la base esencial para la formación de las redes sociales, vamos modificando nuestro propio Ego, así como el Ego social, que no es si no aquél que de todas las influencias humanas externas adquirimos. Así pues, bajo mi punto de vista estos dos términos estarían relacionados, en cuanto alguien de quien nadie tiene una opinión positiva, y que constantemente recibe estímulos negativos de su entorno, difícilmente va a ser una persona egocéntrica, ya que el ego de éste no podría sostenerse bajo ninguna opinión para crecer lo suficientemente como para considerarse alguien egocéntrico. Por otro lado, la misma imposibilidad de mantener un cierto aprecio por uno mismo (base sobre la que se mantiene el ego) genera un tipo de carácter más bien pesimista y fatalista: "si nadie dice bien sobre él, no hay bien que él pueda hacer".

Así caemos, en la sociedad en la que vivimos, en la voluntad de los demás, y por eso la relación que con nuestro entorno mantenemos influye de tal manera en nosotros mismos. Aquellos que son egocéntricos lo son porque se le es permitido. Sin embargo, puede que aquello que hace expresar nuestros sentimientos respecto a alguien provenga de prejuicios, como podrían ser los que generan el estatus social, determinado enormemente por lo llena que lleves o no la cartera. Alabamos o maltratamos a alguien dependiendo del dinero, los amigos, las influencias o el lugar donde viva, despreciando al individuo por lo que realmente es. Fingiendo de ese modo, conseguimos movernos por intereses, no por sentimientos, creando redes sociales ficticias, que se destruyen tan pronto esas personas pierden su estatus, o nosotros perdemos el nuestro. Entonces el ego se desvanece y dejamos de considerarnos importantes.

Es por todo ello que la trascendencia que otorgamos a lo que de nosotros se habla, no debe de ser más que la trascendencia que nosotros podemos atribuir a lo que de esas personas hablamos. Porque de otro modo, las apariencias solo sirven a nuestra vanidad, mientras que los sentimientos de aquellos que nos valoran por lo que somos, no por como nos vestimos, son los que nos proporcionan el ego necesario para superar la derrota, si un día perdemos todo lo demás.

2 reacciones:

  1. Las opiniones que creemos que los demas tienen de nosotros,lo que pensamos que piensan de nosotros, no deja de ser lo que pensamos sobre nosotros mismos... A menudo, y sin darnos cuenta, ponemos nuestros propios pensamientos en boca los de los demas, creyendo que son ellos los que nos juzgan, cuando en realidad somos nosotros mismos los que nos juzgamos. Yo pienso que tal piensa sobre mi tal cosa...pero, aqui, quien esta pensando? Yo. Entonces, en realidad, quien lo piensa??

    Et felicito pel teu blog, es extraordinari que algu pugui arribar a plasmar en paraules tantes coses de la vida. Un petonet ;)

  2. Puede que a veces sean los prejuicios que creemos aparentar sustentar, los que hace que pensemos que los demás piensan tal o cual cosa. Sin embargo, esos demás no son más que desconocidos.



Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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