Me explico: podemos encontrar distintas clases de sensaciones, unas más simples, más fáciles de comprender, más usuales y también más genéricas, como pueden ser: la tristeza, la alegría, el enfado, la rabia o la indignación, las cuales podemos identificar rápidamente aunque puede que no sepamos exactamente de donde provienen. Por otro lado, experimentamos sensaciones más sutiles, complicadas de definir, quizá lejos de alcanzar, que son aquellas provocadas por composiciones complejas, motivo por el cual muchos las rechazan, sin imaginarse lo que detrás de ellas se esconde, sin tan siquiera intentar escarbar un poco para ver que hay más dentro, en sus entrañas.
Así sucede a muchos con el Jazz (en mayúscula, sí). Vas un día y te pones un disco de Miles Davis -por ser el más de lo más, el que todo el mundo conoce y adora, al que no hay quien valor tenga de despreciar-, sin ser consciente de lo que realmente estás haciendo. Termina el disco -eso si llegas al final- y piensas: bueno, no es para tanto; pasa algo por tus oídos, pero más bien de largo. Sabes que éso tiene que ser bueno, porque te lo dijeron, quizá porque intuyes algo, aunque no eres capaz de identificar nada concreto. Y ésta es una sensación que muchos no están dispuestos a afrontar, que muchos rechazan, por no comprender que para disfrutar de ella hay que recorrer un camino. Un camino, lo más bonito del cual es que no tiene fin.
Como el niño que aprende a hablar, a escribir y así va adquiriendo más conocimientos, el jazz, como tantos placeres que tenemos al alcance, no es sino otro aprendizaje más, durante el cual las sensaciones van enriqueciéndose progresivamente; así, nuestro primer disco de jazz va a resultar extraño, va a parecernos un conglomerado de sonidos a destiempo y sin un destino definido, pero a medida que nos sumerjamos en el universo de las notas, las variaciones, los instrumentos, la armonía de la música nos será desvelada poco a poco, y su esencia se mostrará ante nosotros como la luz que algún día intuimos y que por fin nos deslumbra.
"Una vez fui raptado y violado por el jazz,
un trauma del que nunca me voy a guarecer"
un trauma del que nunca me voy a guarecer"
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