Hipocresía crónica (Introducción)

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22/7/07

Intuyo, de ese modo no tan primario como suele creerse, que muchas de esas hojas oficiales, habrán tratado ya el tema de lo que en mi común sentido, defino como hipocresía humana. Cierto también que no por el simple hecho de pertenecer a lo que viene llamándose la producción científica, deben esos textos de haber encontrado una respuesta ajustada a lo que en mi modesta realidad, la forma de la hipocresía se presenta. Aunque lo segundo no lo intuyo, simplemente lo dudo, lo científico también proviene de lo que la mente se plantea, por eso lo mío, aunque carezca de su método, no por ello pierde su sentido. Porqué esas dudas, parte adyacente de mi carácter escéptico y profusamente dialéctico, son por lo que en este preciso momento me asomo al balcón de la duda que persigue mi existencia reciente, que no es otra que encontrar las raíces de tal carácter corrosivo, que así deja que se desarrollen los desencuentros humanos, sin que una solución plausible, con ciencia o sin ella, haya mostrado signos de imponerse.

El caso concreto, sin embargo, es menos amplio de lo que algunos pretenden, más a mi entender*, el concepto hipocresía se reproduce en la mente colectiva de modos tan diversos y borrosos, que cualquier aproximación científica, en cuanto al empirismo que la utilización de este método implica (o debería), está irremediablemente destinada al fracaso. Es por ello que lo que aquí propongo es concretar una definición simple; cierta a ojos de aquellos que así quieran verla, equívoca por parte de los atónitos ante la complejidad aparente, o incompleta por tantos de nosotros que no entendemos la vida sin la permanente incógnita. De ese modo, eludiendo cualquier resolución empírica, es posible encontrar la satisfacción en una definición.

Porqué si puedo ahora defender mi primera conclusión, ésta es que no más cierta es una conclusión, si la misma no consigue englobar nuestra percepción de aquello sobre lo que pretende concluir, por mucho que el papel en la que se imprima sea el mismo que se apoderó del derecho a no mentir.

*Partiendo de la premisa que todo lo que uno traduce de su ser consciente, inconsciente o de aquello que le influye y le absorve, voy a dejar de puntualizar mis opiniones y de anotar que de eso se trata: de mis opiniones; y asumir así, por parte de todos, que aquello que aquí viene contenido no es más que precisamente eso: una opinión.

1 reacciones:

  1. peso especifico de aquello sobre lo que se habla por encima de la manera en que se ordenan las palabras

    Anónimo

    15:07


Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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