Espasmos finales sentado en rocas, adulteradas montañas

0c

30/1/09

Ladridos de perros
y carros en el pesado
asfalto
llegan alcanzan la cumbre
de minúsculas montañas
donde se avistan
rastros humanos
el ferrocarril
torres de medio y alto
voltage.

La huida de frenéticos ansiosos
que se arrastran
a interminables esperas, vueltas
a insoportables realidades
provienen de laderas
taladas y sobrecargadas;
parques turísticos
de nieve, esperas, gente,
más de lo mismo

Y veo: distancias que se funden
en este instante, en este lugar,
estas vertientes
de nieve, musgo y piedras,
que nacen y fallecen en imprecisos
estanques de humanos,
la nieve, la ciudad, la nieve, la ciudad, la ciudad, la nieve,…
que se derrite bajo mis pies
del sol, de la niebla que absorbe
y decide: pasen dejen a los ciclos fluir
de horas, días, siglos y geológicos tiempos

Distancias que se cruzan y alejan
ajenas entre si,
aquí delante de mis ojos, mis manos
congeladas por el viento que sacude
a los gratos fecundadores de
arrasados senderos de fin de semana
a fin de semana, año a año,
ante encendedores que no se
encienden y fotografías que no se dejan
tomar.

Por ello escribo

Y la luz cortante y nieve
que persiste donde se oculta,
cede donde se asoma
el Sol.

Cumbre de Todo
el espacio infinito que se oye y siente,
mitad dividida,
distinto pero el mismo
destino
el que hordas de foráneos
malolientes no las apacibles vacas
sino urbanos
deciden.

La Cerdanya, 4 de enero de 2009

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Juan Ramón Jiménez

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