Burmester

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13/1/06

Recuerdo haber dejado algo a medio hacer. Mis capacidades cognitivas no consiguen reconstruir qué es lo que no terminé, y eso es algo que aún si cabe, más intranquilidad me provoca. Esa sensación de postergar algo que deberías haber concluido y dejaste a medio hacer es una de las que más insatisfacción me aporta y menos orgulloso hace que de mi mismo me sienta. Pero a que se deben esos sentimientos? Qué es lo que conlleva algo incompleto? A mi modo de ver, la respuesta se desvela por si sola, supongo que depende de la esencia de cada persona el que la respuesta sea poco o muy evidente, aunque estoy convencido de que nadie, por poca importancia que le preste a terminar o no lo empezado, no le remueve un poco la conciencia cuando no finaliza aquello que con más o menos ilusión había empezado. Pues bien, en mi esencia de ser, no terminar algo que empecé significa que la elección de empezarla, simplemente, no fue acertada.
Cuando planeamos, a corto, medio o largo plazo, lo hacemos de acuerdo a unas expectativas que imaginamos, que nos creamos. Esas expectativas dirán mucho de la conciencia de realidad en la que nos encontramos, es decir, que son esas expectativas las que van a hacer que emprendamos cierto proyecto, y por tanto, son las que, en la medida de que lo alcancemos o no, van a denotar el grado de realidad y de conocimiento de nuestras posibilidades en el que nos encontramos. En caso de que no cumplamos nuestras aspiraciones, es decir: nuestros proyectos, es decir: nuestras metas, es decir: lo que habíamos empezado y que debíamos terminar, en este caso, el que no hayamos concluido aquella serie de pasos que nos habíamos marcado de A con el fin de llegar a B o a Z, significará que nos habíamos propuesto metas demasiado lejanas, o poco asumibles por nuestras posibilidades. En realidad, el equivocarnos de elección es un síntoma más de falta de madurez. Pero eso no debe interpretarse solo peyorativamente, ya que, irremediablemente a lo largo de nuestra vida, se nos van a presentar situaciones a las que deberemos enfrentarnos, las cuales nos van a conducir a tomar decisiones equivocadas debido al desconocimiento de las mismas. Y eso sin duda se debe a la inmadurez o falta de experiencia, y es por ello que por muy viejos que seamos vamos a seguir siendo vulnerables a cierto tipo de errores, aunque en menor medida y trascendencia que de jóvenes. Sin embargo, retomando el hilo, los proyectos inacabados denotan, como ya di a entender, a una falta de conocimiento de uno mismo, a una visión un tanto “soñadora” de las aspiraciones personales, o a un carácter irreflexivo. En mi caso, me tomo muy en serio el meditar todas las acciones que voy tomando, ya no debido solo a las consecuencias que hacer esto o aquello pueden acarrear en un futuro, sino también debido a la pérdida de tiempo que implica el no finalizar un proyecto determinado. Por que, hay que estar seguro, sin duda, que la mayor pérdida de tiempo es aquella en la que uno no ha aprendido nada, en la que uno se siente defraudado ya que los pasos dados, en vez de ser para adelante fueron hacia atrás, en la que la mayor alegría se produce en el momento en que se decide dejar aquello. Sin duda es así, sin duda el tiempo corre como para estar dejando cosas a medio hacer, como para estar tomando decisiones que luego nos van a hacer retroceder. Sin duda nosotros, sin duda el mundo necesita un poco más de reflexión antes de la acción, sin duda necesitamos conocernos, sin duda necesitamos más conciencia de realidad.

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Juan Ramón Jiménez

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