Waching 'Regreso al Futuro'

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8/1/07

¿Qué es lo que hace que la escritura fluya, que la combinación de palabras sea la exacta para que parezcan que cada una está donde debe estar, qué ninguna de ellas sobra o está de más? La fórmula que desvela como hay que situar esas palabras lo lleva uno impreso en su alma, aunque la técnica que permite sacarlo de allí solo se aprende con el tiempo. Puede que haya personas, como Kafka, que de inmediato las desvelen, aunque puede que a personas como Kafka esa fórmula se les presente de tal modo que escribir le parezca la más fácil de las tareas, cuando al resto de los seres mundanos nos suponga una gran carga emocional, y un enorme esfuerzo intelectual.

Como eso que hablan de la inspiración; y que a mí hace tanto tiempo que no se me aparece (si es realmente, como la pereza, algo que viene y se va). Me estoy empezando a preguntar si quizá no sea alguna invención de aquellos que tanto esfuerzo tienen que hacer para ordenar palabras; a mí desde luego me va genial; no hay excusa que se adapte mejor a la pasividad creativa del escritor frustrado, o del aprendiz de escritor frustrado.

Otro de los tópicos al que nos enfrentamos es al del don: ¿De qué estamos hablando cuando decimos que tal o cual persona tiene el don de la palabra, o de la locuacidad, o de cualquier cosa que nos parece asombrosa? ¿No será quizá otra burda manipulación para no desvelar lo que realmente es: que no sabemos de lo que se trata? Puede que alguien tenga ciertas cualidades que le permitan el reflejo artístico como forma de expresión, y que ese reflejo sepa cautivar al público, pero qué duda cabe que para llegar a la expresividad artística el proceso hasta aquel punto es un aprendizaje. Puede que un aprendizaje no necesariamente mecánico; quizá la técnica no el fin, pero si más no, es un aprendizaje hacia el propio mundo interior, hacia el lugar desde el cual uno puede ser libre e instintivo para crear, que es lo que realmente cuenta.

Pero no, nosotros escudamos la propia ignorancia para definir el don detrás de razones sobrehumanas, sin embargo debemos ser capaces de comprender a aquél que consideramos tocado por la gracia de Dios, ya que puede que nos demos cuenta que no somos tan distintos, que quizá lo que nos separa de su genialidad es que nosotros no nos consideramos geniales, aunque nadie nos haya dicho que no podamos serlo.

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Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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