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8/7/08

He visto derrumbarse a los mayores genios terrenales delante de mis ojos, sin que nadie pudiera hacer nada por detenerles, nadie les pudiera distraer, más que empujarles hacia su propia esencia, su propia locura,

que lo dejaron todo y se fueron por faldas y sueños confusos, irrefrenables deseos, pasiones y ambiciones de presente, siluetas de agradables destinos,

que atrajeron la suerte y se la hicieron suya, contagiando a destajo a los que a su estela amarraba, disparando convincentes verdades e imágenes congeladas,

que suplicaron por separarse de inseparables amigos, deseándoles a su lado por el resto de sus días, sufriendo insomnio de su droga ausente,

que les cayeron aludes de montes furiosos, se ahogaron de su propio aliento pensando en su fin y en nada más que dicen que piensas, fueron rescatados y lloraron lloraron lloraron y bajaban bajaban bajaban con solo los dedos inertes,

que pensaron en decepcionantes pasados y no concedieron prometedores presentes, dudaron siglos y decidieron pasar, escogiendo su lejanía,

que confiaron y les mintieron en desecas tierras, aunque les quisieron y los amaron y se sintieron recompensados, pero que semejantemente marcharon,

que luchan por construir y volver a empezar, aprendiendo por primera vez a sentirse solas, creciendo, desesperando menos,

que quisieron subir y por no hablar ni convencer no lo hicieron aún pudiendo, aceptaron resignadas oscuras voluntades, decisiones ajenas

que hablaban y hablaban y contaban y cautivaban de tanto hablar, sintiendo querer vivir lo que hablaban, escribir lo que hablaban, llorar lo que hablaban, seguir escuchando lo que hablabas,

que se perdieron por Berlín, Londres, Manchester, Ámsterdam y su ciudad, decidiendo aún por lo fácil, decidir después, y quedaron tambien en el camino,

que tiraron montañas de páginas recuperando crisis y malentendidos, pero que inconscientes estaban allí los aullidos,

que incitaron a levantarse de la cama y crear, arte o lo que creía arte, solo con palabras de meses de viaje y gente y kilómetros,

que pudieron ver mucho más allá que los ventanales urbanos, mareados por la immensidad de desiertos mejicanos, las manos llenas de oportunidades,

que mantuvieron silencios repentinos y tuvieron hijos en secreto, lejos muy lejos, hasta volver sin parecer escueto,

para por fin quedarse o largarse y no volver a sentir y soñar y en fin seguir perdidos, locos y esencia.

1 reacciones:

  1. ayer enloqueció definitivamente. hasta ayer, como todos, hacia ver que era normal.



Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.

Juan Ramón Jiménez

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