Hoy quiero pedir perdón a todos aquellos que padecieron mi libertad.
A los que no escuché mientras hablaban,
A los poetas y escritores que no sufrí por terminar: no os soporto y os pido perdón por ello,
Muy especialmente a quienes vieron los recuerdos que, muy a pesar mío, tuve que dejar en alguna que otra esquina por la dicha de mi tos crónica (admitámoslo ya),
Por impedir que vieran aquellos que les tocó estar a mis espaldas,
Por las risas crueles y cínicas con las que a veces redimo mis carencias,
A todos los que debí dejar cruzar: a veces no paré por no veros, algunas otras por sentíir envidia de no ir andando,
Por todas las llamadas que prometí,
También debido a las fuerzas que flaquean y tanto me impiden ayudarte,
Por la fortaleza que no consiguió que la sinceridad hablara,
Por la envidia que sentí,
Por ahorrarme aquellos elogios,
Por apagar la luz en el momento que Yo decidí hacerlo,
Consuélame por todo lo que no hice y debí hacer,
Por todo el papel que usé,
Por decir lo que quiero y no lo que [debo]siento,
Por todo para lo que se me olvidó pedir perdón,
y perdón, por favor perdón por escribir perdón y no pedir perdón.
Sucede (ideas contenidas)
10/5/07
Puede que fuera aquel día que comiste alubias con chorizo y te entró uno de esos apretones que duelen de verdad; Puede que fueran solo las ganas de tirar-te un pedo mientras estabas en aquella exposición, por cierto, a la que asististe como un verdadero intelectual: wikipediando al autor, citando a contemporáneos, contextualizando la época de las pinturas,... Puede que fuera ese día o cualquier otro en el que saliste disimuladamente de la sala 2 para liberar gustosamente tu excedente de metano corporal. Aquél día, en el momento de gran placer que supuso aquel alivio gastrointestinal, tuviste la mala fortuna de que tu pareja, a la que conociste una semana antes, no sin grandes esfuerzos ni sacrificios económicos, siguió tus pasos hacia fuera mientras te veía abandonar la sala 2 pensando que algo malo te ocurría.
Muchas veces te preguntas porqué después de la primera cita nunca más vuelves a saber nada. Esa vez no lo hiciste.
Muchas veces te preguntas porqué después de la primera cita nunca más vuelves a saber nada. Esa vez no lo hiciste.
Todavía no.
25/4/07
La espera impaciente.
Patología habitual
que
resuelve la duda principal:
quien aguarda nunca resuelve.
Corazón inexperto
que nunca aprende
en cambio,
que siempre pretende
soñar que cierto,
el momento llegue.
Vuela y vuela antes que ascienda
Alto, ¡más alto!
más:
¡Alto! no es a ti a quien esperan.
Son ellos que resquebrajan
la imagen del momento que barajas,
...los canales y ciclos sin riendas
...los que aparecen en la nube
Son las enmiendas,
las de la urbe.
Patología habitual
que
resuelve la duda principal:
quien aguarda nunca resuelve.
Corazón inexperto
que nunca aprende
en cambio,
que siempre pretende
soñar que cierto,
el momento llegue.
Vuela y vuela antes que ascienda
Alto, ¡más alto!
más:
¡Alto! no es a ti a quien esperan.
Son ellos que resquebrajan
la imagen del momento que barajas,
...los canales y ciclos sin riendas
...los que aparecen en la nube
Son las enmiendas,
las de la urbe.
Anarchy
19/4/07
¿Alguien se ha aventurado nunca a contar el número de días que puede vivir? Probablemente, plantearse algo así resulta a primer golpe de vista demasiado ambicioso o pretencioso, más por el hecho de no saber, a priori, los días que nos quedan por vivir y no querer arriesgarnos a cagarla en sobremanera, que no por la curiosidad de conocer cuantos días exactamente pueden ser. Aunque quizá puede que el número de días que viviremos no nos diga mucho, puede que pienses: "menuda chorrada". Sin embargo, y por seguir adelante con mi propósito, que es a lo que me debo, podemos hacer cálculos aproximados si, tan amantes como parece que en esta sociedad somos de las estadísticas, hacemos el producto de la esperanza media en España. En este caso (el mío) voy a tomar la esperanza de vida al nacer de los hombres: 77 años (no está nada mal teniendo en cuenta que en países como Afganistán es de 42 en ambos sexos). El resultado de cada uno de los años por el número de días por año (en este caso pasé de los años bisiestos) es de 28.105 días en la vida de un hombre medio (y no creas que no me repatea el término "medio"). Y eso son un montón de días, ¿verdad? Para aquellas curiosas que leéis ésto, deciros que si, las mujeres españolas viven más (de media, no lo olvidemos). Concretamente 83 años, que traducido a días son 30.295. Es decir, 2.190 más que los hombres.
¿Y esto a qué nos conduce? Pues la primera reflexión que podemos hacernos, es que de mis 28.105 días, ¡sólo me quedan 19.710! Además, de los 8.395 que ya pasaron...la mayoría de ellos me los pasé o bien ensuciándome los pañales, o reventándome granos contra el espejo. Aunque la verdad, en contra de lo que pueda parecer, eso es algo que más bien me complace, ya que 19.710 días que me quedan por delante no son pocos, y tal y como me encuentro ahora,...bueno, con tantos días que tengo por delante, hay margen de mejora.
Eso, sin embargo, teniendo en cuenta que mi cuerpo cumpla los estereotipos del hombre español medio, cosa de la que dudo mucho. Además, las estadísticas, que nombramos y de las que hacemos proselitismo como si de la palabra de Dios se tratara (en caso que fuéramos creyentes), pueden contener muchos datos ocultos y engañosos. En este caso concreto, los 77 años no vendrían más que ser al nacer. Es decir: alguien con 1 año de vida tiene la esperanza (que bonito palabro) de cumplir 77 más. Sin embargo, una persona de 77 años no significa que vaya irremediablemente a morir dentro de aquel año. Su esperanza de vida entonces, evidentemente no va a ser de 77 años, aunque las propias estadísticas tienen en cuenta este factor, y puede ser luego de 10 años, por ejemplo. De ahí provienen muchos de los errores que se cometen más bien por ignorancia general. En un país africano que tiene una esperanza de vida de 37 años, como Zimbabwe, el dato en sí no significa que el país en cuestión esté vacío de viejos, más bien ese dato indica que por ejemplo la tasa de mortalidad infantil es muy elevada, haciendo descender la esperanza del conjunto de la población. Seguro que alguien se ha preguntado de donde salen los viejos africanos que ven por la tele cuando le están diciendo que la esperanza de vida es de 40 años. ¿Será que a los 40 ya parece que tengan 80? ¡Ay! ¡Las estadísticas!
Puede que ahora, después de esta breve clase de demografía aplicada, los 28.105 días del hombre medio, o los 30.295 en el caso de las mujeres, nos parezcan un poco más interesantes. Si más no a mí me lo parecen. En primer lugar por qué el día es la unidad básica de nuestra existencia: lo clasificamos todo por días y así todo lo sentimos. Tenemos sensaciones que engloban tal viaje, o aquél amor que nos llenó tantos días, aunque siempre recordamos qué hicimos éste o aquél día en concreto. Hoy mi día, y desvelando así el motivo que me condujo a desenvolver todo esto, estuvo condicionado por una increíble, una enorme y continuada sensación de sed. Salí por la mañana y solo entrar en el ascensor tenía sed , llegué a casa y bebí medio litro de un trago porqué tenía sed. Sed, pura sed de agua fue lo que condicionó mi unidad básica de existencia hoy. Uno de mis 28.105 días giró entorno a la sed que tuve...aunque los días, con la llegada de la noche, pueden también cambiar. Hoy puede que mi sed cambie...puede que tenga sed de cerveza. Si, creo que tengo sed de cerveza.
¿Y esto a qué nos conduce? Pues la primera reflexión que podemos hacernos, es que de mis 28.105 días, ¡sólo me quedan 19.710! Además, de los 8.395 que ya pasaron...la mayoría de ellos me los pasé o bien ensuciándome los pañales, o reventándome granos contra el espejo. Aunque la verdad, en contra de lo que pueda parecer, eso es algo que más bien me complace, ya que 19.710 días que me quedan por delante no son pocos, y tal y como me encuentro ahora,...bueno, con tantos días que tengo por delante, hay margen de mejora.
Eso, sin embargo, teniendo en cuenta que mi cuerpo cumpla los estereotipos del hombre español medio, cosa de la que dudo mucho. Además, las estadísticas, que nombramos y de las que hacemos proselitismo como si de la palabra de Dios se tratara (en caso que fuéramos creyentes), pueden contener muchos datos ocultos y engañosos. En este caso concreto, los 77 años no vendrían más que ser al nacer. Es decir: alguien con 1 año de vida tiene la esperanza (que bonito palabro) de cumplir 77 más. Sin embargo, una persona de 77 años no significa que vaya irremediablemente a morir dentro de aquel año. Su esperanza de vida entonces, evidentemente no va a ser de 77 años, aunque las propias estadísticas tienen en cuenta este factor, y puede ser luego de 10 años, por ejemplo. De ahí provienen muchos de los errores que se cometen más bien por ignorancia general. En un país africano que tiene una esperanza de vida de 37 años, como Zimbabwe, el dato en sí no significa que el país en cuestión esté vacío de viejos, más bien ese dato indica que por ejemplo la tasa de mortalidad infantil es muy elevada, haciendo descender la esperanza del conjunto de la población. Seguro que alguien se ha preguntado de donde salen los viejos africanos que ven por la tele cuando le están diciendo que la esperanza de vida es de 40 años. ¿Será que a los 40 ya parece que tengan 80? ¡Ay! ¡Las estadísticas!
Puede que ahora, después de esta breve clase de demografía aplicada, los 28.105 días del hombre medio, o los 30.295 en el caso de las mujeres, nos parezcan un poco más interesantes. Si más no a mí me lo parecen. En primer lugar por qué el día es la unidad básica de nuestra existencia: lo clasificamos todo por días y así todo lo sentimos. Tenemos sensaciones que engloban tal viaje, o aquél amor que nos llenó tantos días, aunque siempre recordamos qué hicimos éste o aquél día en concreto. Hoy mi día, y desvelando así el motivo que me condujo a desenvolver todo esto, estuvo condicionado por una increíble, una enorme y continuada sensación de sed. Salí por la mañana y solo entrar en el ascensor tenía sed , llegué a casa y bebí medio litro de un trago porqué tenía sed. Sed, pura sed de agua fue lo que condicionó mi unidad básica de existencia hoy. Uno de mis 28.105 días giró entorno a la sed que tuve...aunque los días, con la llegada de la noche, pueden también cambiar. Hoy puede que mi sed cambie...puede que tenga sed de cerveza. Si, creo que tengo sed de cerveza.
Círculos perfectos
27/3/07
Te quitas lo sobrante, das un vistazo alrededor y compruebas que todo esté en su sitio; todo está dispuesto y entonces te metes en la cama; después de un primer momento en que el frío te invade, tu cuerpo va encontrándose a gusto y tu peso disminuye a medida que, gracias a la ropa que te cubre y abriga, el colchón te absorbe. Entonces cierras los ojos y tu mente empieza un viaje...
Unas veces el día vivido se asoma ante nosotros, otras muchas nuestra mente se traslada más allá; soñamos con situaciones imposibles, hacemos posibles situaciones soñadas. Pensar con los ojos cerrados, totalmente protegidos del frío exterior, sin ningún ruido perturbador, dejando todos los músculos fláccidos, descansando, provoca en todos que lo más deseado acuda a nuestra conciencia. Son sueños mientras despiertos. Son deseos pocos o ninguno de ellos plausibles, o eso creía...
Últimamente, durante esos momentos de placer, donde cualquier cosa se nos hace posible gracias a la voluntad de la noche, hay algo que frena mis pensamientos. Si empezaba a confundir lo onírico de lo consciente, en ese estado que entramos en el mundo de lo insospechado, del cual no volvemos hasta el cabo de unas horas, un pensamiento acudía a mi y me hacía perder la pista de todo el trayecto recorrido. La magia desaparecía: lo creíble volvíase irrealizable, los sueños pasaban a ser simples sueños y todo lo imaginado, sencillamente por haberse formulado en mi mente, se tornaba imposible.
Hoy decidí que tenemos la fuerza suficiente para ver realizado cualquier sueño, solo hay algo que nos lo impide, y es la voluntad que nos conduce a ella, que nos permite conocer nuestra fuerza. Aún así, de lo que escaseo es de la voluntad de creer en mi y en mis sueños.
Sé que aún me asusto, me da pánico, me aterroriza. Pero hoy supe que mi voluntad es lo único que necesito, de algún modo, para perder el miedo que me impide dormir mientras estoy soñando en aquello que sé real.
Unas veces el día vivido se asoma ante nosotros, otras muchas nuestra mente se traslada más allá; soñamos con situaciones imposibles, hacemos posibles situaciones soñadas. Pensar con los ojos cerrados, totalmente protegidos del frío exterior, sin ningún ruido perturbador, dejando todos los músculos fláccidos, descansando, provoca en todos que lo más deseado acuda a nuestra conciencia. Son sueños mientras despiertos. Son deseos pocos o ninguno de ellos plausibles, o eso creía...
Últimamente, durante esos momentos de placer, donde cualquier cosa se nos hace posible gracias a la voluntad de la noche, hay algo que frena mis pensamientos. Si empezaba a confundir lo onírico de lo consciente, en ese estado que entramos en el mundo de lo insospechado, del cual no volvemos hasta el cabo de unas horas, un pensamiento acudía a mi y me hacía perder la pista de todo el trayecto recorrido. La magia desaparecía: lo creíble volvíase irrealizable, los sueños pasaban a ser simples sueños y todo lo imaginado, sencillamente por haberse formulado en mi mente, se tornaba imposible.
Hoy decidí que tenemos la fuerza suficiente para ver realizado cualquier sueño, solo hay algo que nos lo impide, y es la voluntad que nos conduce a ella, que nos permite conocer nuestra fuerza. Aún así, de lo que escaseo es de la voluntad de creer en mi y en mis sueños.
¿De qué tenemos miedo?
Sé que aún me asusto, me da pánico, me aterroriza. Pero hoy supe que mi voluntad es lo único que necesito, de algún modo, para perder el miedo que me impide dormir mientras estoy soñando en aquello que sé real.
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Juan Ramón Jiménez